La sostenibilidad alimentaria: una prioridad compartida

El estudio realizado por HISPACOOP, titulado «Percepción de la alimentación sostenible por parte de las personas consumidoras», pone de manifiesto la creciente relevancia de la sostenibilidad alimentaria entre la ciudadanía española. Este trabajo nos proporciona una visión integral sobre cómo las personas consumidoras entienden y valoran la sostenibilidad en sus decisiones de compra y consumo; y revela importantes disparidades en el conocimiento, la accesibilidad económica y la confianza en los productos sostenibles.

Según la FAO, la alimentación sostenible parte de una producción de alimentos con un impacto ambiental reducido. Además, debe respetar la biodiversidad y los ecosistemas, junto con ser culturalmente aceptable, económicamente justa y asequible; y de ser nutricionalmente inocua y saludable. Con este estudio hemos analizado las percepciones, barreras y retos que enfrentan las personas consumidoras en España con relación a la alimentación sostenible.

Metodología

Este estudio combina una metodología cuantitativa y cualitativa, realizadas en dos fases:

1ª Fase cuantitativa: encuesta telefónica a 1.001 personas consumidoras, estratificada por comunidad autónoma, sexo y grupo de edad, para obtener datos sobre las percepciones y comportamientos de una muestra representativa de la población en España, de 18 y más años.

2ª Fase cualitativa: entrevistas en profundidad a personas expertas de los sectores ambiental, alimentario y de la salud, para recabar aportaciones para la elaboración de propuestas que permitan impulsar el consumo de productos sostenibles frente a los que no lo son. Las personas expertas son:

  • José Mª Fernández | Ihobe Sociedad Pública de Gestión Ambiental del Gobierno Vasco.
  • Anna Bach-Faig | Universitat Oberta de Catalunya (UOC)
  • Rosaura Leis | Fundación Española de la Nutrición (FEN)

Concienciación creciente, pero desigual

Uno de los hallazgos más destacados del estudio es que el 85,5% de las personas consumidoras asegura conocer o haber oído hablar de los «alimentos sostenibles». Sin embargo, este conocimiento suele ser superficial y se enfoca casi exclusivamente en la sostenibilidad ambiental, dejando de lado aspectos sociales y económicos. Además, solo el 25% se siente bien informado sobre productos sostenibles, lo que evidencia una necesidad urgente de mejorar la educación y la información disponible para que las personas consumidoras puedan tomar decisiones más informadas.

Información sobre sostenibilidad

El término de “sostenibilidad” es ampliamente conocido, pero solo el 25% de las personas consumidoras asegura sentirse bien informado sobre este tipo de productos alimentarios. El problema es que se aprecian diferencias generacionales: a mayor edad, una mayor sensación de estar bien informado sobre la sostenibilidad. Por el contrario, el grupo de las personas jóvenes es el que se siente menos informado y el que otorga menos importancia a la sostenibilidad en la planificación y compra de alimentos, por lo que incorporan menos alimentos sostenibles a su cesta de la compra.

Relevancia del concepto de sostenibilidad alimentaria

El concepto de sostenibilidad alimentaria está ganando más relevancia en el discurso público y está asociado a valores positivos. Sin embargo, solo el 35,6% de las personas consumidoras elige alimentos sostenibles en una proporción significativa y un 26,7% no tiene claro si los alimentos que está consumiendo son alimentos sostenibles o no. Ante esto se plantea la urgencia de mejorar los sistemas de información y educación hacia las personas consumidoras.

El desafío de la accesibilidad económica

El precio sigue siendo uno de los factores determinantes en la elección de productos alimentarios. El 85,9% de las personas consumidoras perciben los productos sostenibles como más caros, lo que constituye una barrera significativa, especialmente para hogares con dificultades económicas. Un 39% de los hogares reporta algún grado de dificultad para llegar a fin de mes y el 17,6% enfrenta problemas graves. Estas cifras reflejan la necesidad de implementar políticas que fomenten la accesibilidad y asequibilidad de los alimentos sostenibles, asegurando que la sostenibilidad sea una opción viable para todas las personas.

Información y etiquetado: claves para la confianza

Otro aspecto crucial identificado es la desconfianza hacia la información proporcionada en el etiquetado. Solo una de cada tres personas confía en las declaraciones de sostenibilidad que aparecen en los envases, mientras que más del 50% duda de estas afirmaciones. Aunque la percepción de prácticas engañosas está ampliamente extendida, el término de «ecopostureo» o «greenwashing» es conocido por apenas un 31,5% de las personas consumidoras. Estas barreras subrayan la importancia de desarrollar un marco regulatorio que garantice transparencia y estandarice los sistemas de etiquetado para generar una mayor confianza y reducir la confusión.

Reducir el impacto ambiental: un compromiso compartido

La mayoría de las personas consumidoras reconoce los beneficios ambientales, sociales y económicos de los alimentos sostenibles. Así, el 86,3% percibe el impacto del consumo sostenible como positivo o muy positivo, pero sólo el 35,6% declara elegir estos productos de manera significativa en su compra. Esta contradicción pone de relieve la necesidad de facilitar el acceso a información clara y de implementar incentivos económicos que promuevan hábitos más responsables, como la compra de productos locales y de temporada.

Confianza en la cadena de suministro y políticas públicas más robustas

Las personas consumidoras reclaman cambios en la cadena de suministro exigiendo información más confiable ante la persistencia de dudas sobre la información que proporcionan las marcas en sus productos, etiquetas y envases. Demandan una regulación clara sobre todos los conceptos relacionados con la sostenibilidad alimentaria para elevar la transparencia y generar una mayor confianza en las marcas. Por consiguiente, se insta a una regulación más estricta para garantizar transparencia y confianza de las personas consumidoras con relación a la sostenibilidad alimentaria.

Retos identificados

Propuestas de acción

El estudio presenta una serie de propuestas concretas o líneas de acción prioritarias para superar las barreras identificadas y fomentar una transición hacia la sostenibilidad alimentaria:

  • Educación y capacitación: Integrar la sostenibilidad en los currículos escolares con talleres prácticos sobre identificación de productos sostenibles, planificación de menús saludables y reducción del desperdicio alimentario.
  • Regulación y transparencia: Desarrollar un marco regulatorio que estandarice el etiquetado y prohíba mensajes engañosos en publicidad. Este sistema debe garantizar que las afirmaciones de sostenibilidad sean verificables.
  • Incentivos económicos: Implementar beneficios fiscales y descuentos para alimentos sostenibles, así como promover mercados locales y de proximidad.
  • Recuperación de dietas tradicionales: Fomentar la adherencia a dietas como la mediterránea y la atlántica, resaltando sus beneficios ambientales y de salud.
  • Colaboración público-privada: Establecer alianzas entre instituciones, empresas y sociedad civil para desarrollar políticas alimentarias sostenibles con metas claras y plazos realistas.

El camino hacia una alimentación sostenible

Las conclusiones de este estudio nos invitan a reflexionar sobre cómo construir un sistema alimentario más justo y sostenible, abordando las prácticas engañosas o de “greenwashing” para mejorar la transparencia y la credibilidad de las marcas, sus productos, etiquetas y envases. De acuerdo con la FAO, un sistema alimentario sostenible es aquel que garantiza la seguridad alimentaria y la nutrición de las personas, pero sin poner en riesgo las bases económicas, sociales y ambientales de la seguridad alimentaria de futuras generaciones. Esto significa que siempre es rentable, garantizando la sostenibilidad económica; que ofrece amplios beneficios para la sociedad, asegurando la sostenibilidad social; y que tiene un efecto positivo o neutro en los recursos naturales, salvaguardando la sostenibilidad del medio ambiente. Por consiguiente, es crucial que el esfuerzo por una alimentación sostenible no recaiga únicamente en las personas consumidoras, sino que cuente con el respaldo decidido de políticas públicas y la implicación del sector privado, donde la colaboración de todos los actores de la cadena alimentaria es imprescindible para impulsar la transición hacia un sistema alimentario más sostenible. Este es el momento de actuar, porque el futuro de nuestro planeta está en juego.

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